El mar no se cansa II: energías renovables marinas

En otra ocasión ya hablamos de algunas de las energías renovables que podemos aprovechar y que proceden del mar, ese filón de energías limpias y baratas. En aquel momento nos referimos a las energías mareomotriz y undimotriz. Hoy nos centraremos en las dos menos conocidas y explotadas, y que aunque ya se ha demostrado su funcionamiento, aún les queda mucho pro andar: son la energía maremotérmica y la llamada energía azul.

La energía maremotérmica es en realidad solar; está basada en el aprovechamiento de la diferencia de temperatura entre corrientes marinas a distintas profundidades. El funcionamiento es simple: la superficie marina calienta un líquido con punto de ebullición bajo, este vapor mueve una turbina y se enfría en las capas bajas y frías del océano. Los nuevos intercambiadores son la gran esperanza que puede hacer dar el gran salto a esta tecnología, aún en pañales.

osmosis
eeehhh… no, no es ósmosis de esta…

La energía azul (llamada técnicamente “potencia osmótica”), por su parte, es generada por la diferencia de salinidad entre las aguas. Una membrana que permita pasar el agua pero no las sales genera una cierta presión que una turbina puede aprovechar. Hoy en día hay dos tecnologías en desarrollo, la de ósmosis por presión retardada y la electrodiálisis inversa, ambas con aplicaciones funcionando de forma satisfactoria en Noruega y Holanda.

Ventajas e inconvenientes

Bajo este enigmático nombre propio de la ciencia ficción se esconde la mayor promesa energética del futuro europeo. Pero hay ventajas e inconvenientes. La ventaja propia de todas las renovables es su escaso residuo; en este caso, agua salobre o incluso sal. Además no es intermitente (como el sol o el viento). Su mayor inconveniente es lo limitado y costoso de la tecnología de membranas.

A los habituales problemas de rendimiento e impacto ecológico que observamos en muchas nuevas energías, la maremotermia añade su difícil aplicación fuera de zonas templadas del globo. Su gran aliciente es ser una fuente de energía inmensa en potencia, y con variadas aplicaciones paralelas (desde la piscicultura a la generación de agua potable).

Como vemos, el mar nos sigue ofreciendo grandes oportunidades para vivir en el planeta. Pero estamos en una especie de encrucijada, ya que estas tecnologías que pueden cambiar realmente las cosas aún no están muy desarrolladas y su aplicación es costosísima. Este es el momento de decidir si orientamos nuestros esfuerzos en este sentido o en otro. Nuestro futuro depende de ello.